10 mayo, 2017

Esos días llenos de felicidad que nunca volverán...


Todos sabemos lo que nos espera con un manga así, ¿no? Por lo que todo se reduce a qué sucederá y cuándo. Treinta y seis páginas duró la alegría, de un primer capítulo con cincuenta y cuatro; nada mal la verdad. Y básicamente fue de esa manera que The Promised Neverland captó mi atención en una noche en la que el sueño parecía vencerme.

*A partir de aquí puede que haya algún que otro spoiler leve sobre la serie*

Más allá de que la serie juegue con recursos que hoy en día son bastantes comunes, uno de sus tantos puntos sólidos es el contexto en el que se desarrolla y como hace uso de él. Tener a unos niños huérfanos como protagonistas ya nos pone en un marco vulnerable, sobretodo cuando el autor no se anda con vueltas y desde el debut mismo coloca toda la carne en el asador, o al menos nos da esa impresión.

Hay que darle el crédito a Isabella cuando
muestra su lado tierno.
Aunque cuando revela su verdadera personalidad
es exquisita...ah, que difícil es elegir una faceta.
Explicando el título de la entrada
de manera gráfica.

Hacia el final del estreno Emma y Norman toman conocimiento del secreto que yace fuera de su orfanato. No un mero indicio o una pista para alimentar el misterio, sino la cruda realidad: Grace Field House no es más que una granja donde los monstruos cultivan niños.

La rapidez con la que se desenvuelve la trama es digna de admiración, y no solo eso, ya que si bien la evolución es fluida, no deja cabos sueltos por descuido. Es como si inconscientemente el autor abandonara todo intento por extender en vano la obra, manteniendo un desarrollo pulcro y sin nada de relleno, aunque si plantando ciertas pistas intencionales y bien sutiles para el futuro.

Cuando precisas criar niños inteligentes
aún a costa de que se conviertan
en tus peores enemigos.

Ese bombardeo intenso de importancia argumental es lo que atrapa, sin dejar de lado el increíble trabajo que hace Demizu dándole vida al mundo de The Promise Neverland. Lo que me lleva a destacar otro dato bastante interesante de la serie, ya que no solo se publica semanalmente en la Shounen Jump, sino que se trata del debut de Kaiu Shirai y del segundo trabajo de Posuka Demizu; el primero siendo responsable de la historia, mientras que el segundo es el encargado del arte.

Capítulo 31, la agudeza argumental y la versatilidad
artística en su máxima expresión.

Tampoco nos podemos olvidar de que el peligro que enfrentan nuestros protagonistas es real y no tan solo una mera ambientación, por algo la partida de uno de ellos caló bien hondo; y a pesar de ser algo anunciado, uno como lector tenía esperanzas y fe en los planes que las mentes más brillantes de la Grace Field House habían preparado.

La situación los excedió, pero fue aquella pérdida y lo desesperada de su realidad lo que los impulsaría a afinar aún más sus mentes e ir más allá, superando no solo a la persona que los habría criado desde su llegada al orfanato, sino incluso a ellos mismos. Y dejando a su vez indicios para lo que será un eventual regreso, con una promesa por cumplir con Phil.

Esa confianza ciega en sus hermanos mayores
es encantadora.

Emma y los demás niños han logrado su primer gran objetivo, evitar ser cosechados y ser libres, fuera del lugar al que hasta entonces llamaban hogar. Sin embargo no se encuentran a salvo del peligro aún ya que están a la deriva en un mundo hostil, y que les es completamente desconocido (al menos hasta donde nosotros sabemos).

Demás está decir que las expectativas por el nuevo arco que va a dar comienzo pronto están bien altas, y con justa razón. ¿Qué les deparará el destino a los huérfanos que han conseguido su ansiada libertad? Al parecer tendremos unas semanas más que interesantes por delante.

Amé esta portada, y no solo desde lo visual
(la mayoría de las portadas son dignas de elogio).
El primer boss ha sido derrotado. ¿Regresará como futura aliada,
para recuperar la cosecha perdida, o quedará como un simple
recuerdo de aquella felicidad ignorante?


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